La activista saharaui Aminetu Haidar está ya de regreso a su casa en El Aaiún. Era la única salida aceptable para una crisis que tuvo como origen una decisión inicua del Gobierno marroquí y una colaboración del español sobre la que aún siguen pesando algunas sombras. Tras más de un mes en huelga de hambre, la vida de Haidar empezaba a correr serio peligro y es por ello un alivio que este episodio, que ha mostrado la debilidad de las bases de las relaciones entre España y Marruecos, no haya terminado en tragedia. Pero el simple hecho de haber logrado un desenlace sin consecuencias irreversibles para la vida de una persona, aunque con posibles secuelas para su salud, no significa que, desde el punto de vista político y diplomático, las cosas vayan a continuar como si nada hubiera sucedido. Extraído del periódico El País pulsar enlace para seguir leyendo.
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